La ciudad del espectáculo.

Ya no vale nada más que esa sonrisa perdida en el horizonte, esa mal sueño del que la doncella de medias rotas quería escapar, te quiere olvidar pero tú la olvidaste antes.

Se va sonriendo aunque por dentro esté rota, tú la odias, ella te ama con toda su nauseabunda alma.

Pareciera que no tuviese pero si la tiene, aunque los demás lo duden.

Se ve reflejada en ese chingado vaso de desilusión, aunque sea amarillento el líquido, se ve transparente al fondo de ese vaso, y se mira mediocre, son 207 madrugadas que ha soportado sola sin su calor y sin su cariño y se suma una más; 208, quien sabe cuanto más tiempo esté así sin él y sin su sexo.

Ya no importa cuanto tiempo más se quede sin él, sólo importa que será de ella y de todos los escritos vomitados que tenía para darle luego de fornicar a la luz de la luna que se filtra por la ventana de la habitación del hotel.

Ya ni respirar es bueno, ya ni vagar por las calles como antes le resulta atractivo, está encabronada, emputada, ojalá algún día el se dé cuenta de la persona que acaba de perder, a lo mejor en algún bar de la ciudad del espectáculo se la vuelva a encontrar, y ella como toda una buena piruja le cobrará por sus servicios.

Estar con él una vez más será el pago, rechazarlo será el plato fuerte, enamorarlo el segundo paso y mandarlo a chingar a su madre será la dulce venganza.

Las vaginas nacieron para ser comidas, no para ser despreciadas y olvidadas.

Me lleva la chingada…

escanear0002

03munch1029

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